A lomos de una Pantera Negra | Ecos del Balón

A lomos de una Pantera Negra


El pasado sábado vivimos uno de los partidos más emocionantes del año. El gran derbi portugués en el que Porto y Benfica dirimían una vez más la supremacía del fútbol luso. El final, como todos sabemos, nos dejó a un Oporto triunfante que enjugaba una ventaja benfiquista que parecía definitiva. Un guión que viene repitiéndose en los últimos años, pero que para los más veteranos –también los más afortunados- seguidores de as Aguias les traería recuerdos de 1959. Aquella temporada, el club de la capital portuguesa disfrutaba de cinco puntos de ventaja cuando su mayor rival liguero firmó a un húngaro trotamundos que venía de sentar cátedra en Brasil. Bela Guttmann transformó al equipo portista, que comenzó a comer terreno al Benfica hasta terminar por llevarse aquel campeonato. Fue uno de los títulos menos esperados de toda la historia de os Dragoes. El poderoso club lisboeta no dudó ese mismo verano. Fue a por Guttmann, sin miedo a enzarzarse en una enorme polémica con su rival norteño. Finalmente, el ex entrenador de Honved y Milan, entre otros, se haría con los mandos de la escuadra del Estadio Da Luz, donde consumaría su obra más perfecta.

Guttmann, no es un secreto, era un hombre cosmopolita, acostumbrado a no parar mucho tiempo en el mismo sitio. Un buscador de retos, un entrenador ávido de aprender, aún cuando ya rozaba los 60 años. Huyendo junto con el Honved, al que entrenaba, de la invasión soviética de Hungría, Guttmann se llevó al equipo a jugar una serie de partidos en Brasil.Antes de aterrizar en Portugal, Bela modificó el sentido que tenía el sistema 4-2-4 en Brasil Una vez acabada esta gira, el equipo fue básicamente demantelando entre deserciones y sanciones de la FIFA y la UEFA. Guttmann, sin embargo, había decidido quedarse en Brasil, firmando un contrato con el Sao Paulo. Su legado en Brasil, a pesar de que se quedó escasamente un año con el “Tricolor”, fue enorme. Guttmann popularizó el esquema 4-2-4 que posteriormente Vicente Feola adaptaría a la selección brasileña y le daría a la canarinha su primer mundial. El húngaro se había encontrado con que el 4-2-4 estaba siendo ya utilizado como variante en Brasil, pero no al estilo húngaro. Mientras la selección húngara utilizaba al delantero centro para que cayese hacia el centro del campo y desorientar la defensa, en Brasil se utilizaba a uno de los interiores, con la intención de facilitar la creación de juego y servir más balones a los dos delanteros centro. Era un enfoque diferente, pero el zorro magiar pronto lo adaptó a su estilo de juego. Compró al veterano Zizinho, héroe de la Copa Mundial del 50, y lo convirtió en su jugador clave. Le hacía bajar al centro del campo desde su posición de interior, y eso empujaba a Dino Sani, un centrocampista internacional que también jugaría en el Milan, más atrás. Sani no era un jugador de destrucción, más bien todo lo contrario, por lo tanto, con este movimiento, lo que conseguía el entrenador húngaro era tener dos focos de creación, y dos nexos entre líneas. Sani unía la defensa y el medio, Zizinho el medio y el ataque. Algo muy parecido al rol de Pirlo y Kaká en el Milan de Ancelotti. Guttmann ganó el Paulistao de 1958, asentó esa manera de jugar en Brasil, aprendió cosas que le serían útiles en el futuro y luego se fue. A Portugal. Al Oporto. Y ya conocemos lo que hizo allí.

El verano en el que Guttmann sentó las bases de su creación fue el de 1959.

Como ya había demostrado sobradamente a lo largo de su trayectoria, Guttmann no era un hombre de medias tintas. Habiendo visto todos los defectos del equipo benfiquista durante su etapa con el Oporto, Guttmann inmediatamente dio la baja a 20 jugadores y promocionó a todo un grupo de prometedores jugadores juveniles. Muchos de ellos, provenientes de las colonias portuguesas en África. Auténticos atletas, no exentos de calidad. Su dominio en tierras lusas fue incontestable. Ganaría las ligas del 60 y el 61 sin despeinarse, practicando un fútbol ofensivo, técnico y arrollador. Cuando en un partido contra el Sporting de Lisboa uno de sus defensas preguntó a Guttmann cómo parar al delantero centro de os Leoes, el viejo húngaro, despreocupado, respondió marquemos 3 goles, y luego ya veremos.

Tras ganar la primera liga para el Benfica en 1960, fue en ese verano cuando Guttmann consiguió quizá su mayor éxito como benfiquista. Por pura casualidad. Un día, habiendo recibido la visita de Bauer, quien había sido jugador suyo en Sao Paulo, este le advirtió de la existencia de un joven mozambiqueño de 17 años al que el Sampa se había enfrentado en una gira por África. Sabiendo que el Sporting lisboeta también estaba sobre la pista del jugador –el chico en cuestión jugaba para un equipo afiliado del Sporting en la colonia-, Guttmann ofreció al hermano del chico “el doble de lo que le había ofrecido el Sporting”, sin saber de qué cantidades estaba hablando. El Sporting, desesperado por competir con Oporto y Benfica había ofrecido ya una enorme cantidad. Ese niño era Eusebio, y salió barato. Pero todavía no era su momento.

En 1961 el Benfica sorprendió al Continente en su andadura por la Copa de Europa. Su poderío ofensivo era tremendo. Liderados por José Augusto, Santana y, sobre todo, José Aguas –entre los tres metieron 21 goles-, y dirigido por un excelente Mário Coluna, los benfiquistas fueron apilando rivales. Cinco goles al Hearts escocés, siete al potente Ujpest Dozsa húngaro, otros siete al AGF danés y cuatro al Rapid de Viena en las semifinales. Un camino impoluto e impresionante para meterse en la final de Berna.

Sorprendentemente, el indiscutible rey de Europa, el Real Madrid había sido echado del torneo por sus rivales del Barcelona, en una eliminatoria que levantó ampollas en Madrid y a lo largo del Continente. Pero losEl FC Barcelona partía como favorito ante el Benfica de Guttmann culés eran también un equipo formidable, con 10 delanteros internacionales en sus filas y la base defensiva de la selección española. Y eran favoritos ante los chicos de Guttmann. Kubala, Kocsis, Evaristo, Luis Suárez y Czibor parecían demasiada dinamita para el Benfica. Sin embargo, en lo que se daría por conocer como la final de los postes cuadrados el Benfica empezaba a escribir las páginas más doradas de su dorada historia. No sin suerte, no sin sufrimiento, pero ante el Barça en aquel estadio maldito para los húngaros, la Victoria y la Gloria, que son los nombres de las águilas que hoy sobrevuelan el nuevo Da Luz, se alzaron majestuosas del lado luso. Los catalanes estrellaron una infinidad de balones en el poste, Ramallets jugó el peor partido de su carrera y el Benfica dejó de ser, para siempre, un candidato. Había nacido un equipo campeón.

El año en que el Benfica defendía su corona europea, Eusebio inició su ascensión al Olimpo.

En el verano de 1961, Guttmann quedó prendado del chiquillo mozambiqueño que Bauer le había descubierto un año atrás. Eusebio venía destacando con los equipos inferiores. Su tremenda velocidad, su potencia física y su instinto natural para jugar al fútbol eran simplemente fantásticos. Guttmann no dudó en incluirlo en el 11 inicial de su Benfica 61-62. Al poco de ser habitual con el primer equipo, el Benfica se mide con el Santos de Pelé en el Torneo de Paris. El Benfica es arrollado y pierde 3-0 cuando el húngaro introduce al joven Eusebio en el campo. Los cambios eran habituales en partidos de este tipo, aunque aún tardarían bastante -1970- en oficializarse. Eusebio deslumbra. Marca un hat trick ante el que es seguramente el mejor equipo del mundo. Pelé, todavía un chaval de 21 años, encoraginado se echa a su equipo a las espaldas y el Santos gana 6-3. Pero todos los ojos son para la Pantera Negra. Al día siguiente, un periódico titula “Eusebio 3-2 Pelé”.

Eusebio se aprovechaba de ese descomunal poderío físico para marcar diferencias. Además, su pasión por la pelota era comparable a la del propio Pelé. A pesar de que, bajo los parámetros actuales, se le consideraría un jugador bastante chupón, lo cierto es que para Eusebio lo natural era crearse sus oportunidades por sí mismo. Se convierte en el indiscutible referente atacante del Benfica. En carrera era un tren expreso, y le pegaba a la pelota con furia animal. Ningún ángulo es imposible para Eusebio. Ningún tiro libre está demasiado lejos para él. Como aquellos grandes cañones alemanes de la Gran Guerra, Eusebio es una amenaza desde cualquier punto a menos de 40 metros de la portería rival. Dispara y dispara, una y otra vez. Marcará 476 goles en 443 partidos para el Benfica. 59 de ellos en 79 partidos europeos.

Eusebio, además, permite a Guttmann sacar lo mejor de Mário Coluna. Mozambiqueño como el gran goleador, había llegado antes al Benfica. Su disparo a larga distancia es legendario y comienza jugando como atacante, incluso como delantero centro en la época de Otto Gloria. Pero con Guttmann retrasará su posición al medio del campo. Por decirlo de alguna manera, se convertirá en el Hidegkuti, en el Zizinho, del entrenador húngaro en el cuadro lisboeta. El enlace entre la defensa y el ataque, el cerebro del juego. Dado que su capacidad física era abrumadora también, podía controlar todas las zonas del campo. O monstro sagrado ya era uno de los héroes de Berna –marcó un golazo con una gran volea- y jugará hasta 1970 de rojo.

Ese año 62 el Benfica se centrará en defender su cetro europeo, hasta el punto de que es el primer año en que Guttmann no gana la liga portuguesa, que va a parar a las vitrinas de los vecinos delTras ganar su primera Copa de Europa, el único objetivo fue repetir Sporting. A cambio, los benfiquistas llegan a la final del Olimpico de Amsterdam donde se medirán al legendario Real Madrid, ya ganador de cinco campeonatos europeos. Un equipo que, orgullosamente, todavía se consideraba el mejor de Europa. Y, por si fuera poco, Di Stefano, ídolo de Eusebio sigue liderando el ataque madridista. Y también está Puskas, cuya relación de amor-odio con Guttmann marcó la carrera del técnico. En su primera etapa en el Honved, Guttmann sustituyó al padre de Puskas y el joven Ferenc fue factor clave para la renuncia del viejo Bela. En la segunda etapa, con el Honved convertido en el mayor espectáculo del mundo, Puskas era el Mayor que dirigía las huestes de Guttmann. Y obviamente, se conocía de la selección. Todos los grandes jugadores, técnicos, y directivos del fútbol húngaro estaban alrededor del equipo de Gusztav Sebes.

Así pues, a pesar de su magnífico bienio, el Benfica no partía favorito ante el equipo más legendario que había conocido el Viejo Continente. El 2 de mayo de 1962, los madridistas alineaban a su equipo de gala. Di Stefano y Puskas ya contaban más de 35 primaveras, pero estaban en gran forma. Junto a Gento habían llevado al Madrid a acumular 24 goles a favor y sólo 2 en contra en la competición. Por su parte, el Benfica rebosaba juventud: Eusebio tenía 20 años, el genial Antonio Simoes 18 y Fernando Cruz 21. Se las habían apañado para eliminar al Austria vienés (que recibió seis goles), el Nuremberg alemán (siete) y el Tottenham inglés (cuatro).

En el primer tramo de la final, la cosa se ajustó al guión esperado. Gento era una bala que percutía el sector derecho de los portugueses y Di Stefano y Puskas combinaron dos veces como ellos sabían hacerlo para poner el 2-0 en el marcador a favor del Madrid. Pero el Benfica se negó a tirar la toalla y José Aguas y Cávem igualaban antes de los 35 minutos. Sólo por esa media hora de juego el partido ya podía ser histórico. Pero quedaba más. Lo mejor, de hecho. Puskas no había dicho su última palabra. El número 10 del Madrid, poco antes del descanso, sumó su tercer gol, en una buena jugada individual en el borde del área. El primer y único jugador en marcar tres o más goles en dos finales de la Copa de Europa.

Todo el mundo recordaba la maravillosa exhibición de los blancos en la segunda parte de la final de 1960, pero en esta ocasión la noche pertenecía al Benfica. Mario Coluna, con un disparo marca de la casa, empataba a tres. Puskas y Di Stefano tuvieron buenas oportunidades para adelantar de nuevo a un Real que ya notaba elEl diferente acierto de los porteros marcó la final conquistada por el Benfica de Eusebio cansancio en sus hombres más veteranos. Pero Costa Pereira, el guardameta portugués, estuvo fantástico. Y es aquí donde se marcó la gran diferencia de la final. Mientras el portero luso hizo intervenciones de mérito, el español Vicente Traín fue un flan bajo los palos madridistas. Y a ello no contribuyó tampoco el nefasto partido de un José Emilio Santamaría al que el encuentro arrolló como un tren de mercancías. Eusebio y sus compañeros olieron la sangre y el Benfica aplastó a los blancos. Primero de penalti, provocado y transformado por la perla mozambiqueña, y después con una falta lanzada por el propio Eusebio que, bote raro mediante, se coló entre los brazos de un desafortunado Vicente. Tras el quinto gol, la imagen que todo el mundo recuerda es la del Benfica celebrando su bicampeonato. Eusebio sacado a hombros por los enfervorecidos hinchas portugueses, entrando en éxtasis con la camiseta de Di Stefano en la mano. “Yo sólo quería la camiseta de Di Stefano. Era todo lo que quería cuando acabó el partido. Era mi ídolo. La agarraba tan fuerte… El trofeo no significaba nada para mí. Mi trofeo era ese”. Unas palabras que definen a ese monstruo futbolístico que, en realidad, era un gatito una vez la pelota dejaba de rodar.

Ámsterdam significó el cénit para el equipo lisboeta, que vislumbraba un brillante futuro.

Tras la final, Eusebio se había consagrado como uno de los mejores jugadores del Viejo Continente, casi el equivalente europeo de Pelé. El Benfica tenía ante sí el más prometedor futuro de cuantos equipos había en el fútbol continental. Pero algo se rompió en Lisboa cuando Bela Guttmann salió del club por un contencioso relativo a las primas que debía cobrar por esa segunda conquista europea consecutiva. Los problemas provocados por el dinero fueron siempre una constante en su carrera. El húngaro abandonó Lisboa rumbo a Sudamérica –donde pondría los cimientos de un Peñarol que conquistaría el mundo-, no sin antes asegurar que el Benfica jamás volvería a ganar una final europea hasta que la deuda fuese saldada.

Pero el Benfica era un joven hermoso, sano y fuerte, a imagen y semejanza de su estrella. Alcanzó de nuevo la final europea en la que se mediría al Milán. Aquella tarde londinense, en que Eusebio fue marcado severamente por Trapattoni arrojó alguna nube sobre el futuro benfiquista. El gran goleador no falló a su cita con el gol, pero el Milan se alzó conTras marchar Guttman, el todavía Benfica de Eusebio perdería tres finales europeas más el título. Como lo haría también el Inter dos años más tarde. Un anegado San Siro, un Benfica mermado por la lesión de Germano y posteriormente de Costa Pereira, un gol desgraciado… Se escapaba de nuevo la tercera Copa de Europa. Pero el equipo seguía ganando ligas, hasta 10 bajo la batuta de la Pantera Negra, y compitiendo y siendo una fuerza a tener en cuenta en el Continente. Se perdió todavía una final más en ese ciclo, la del 68, ante un histórico Manchester United, en Wembley de nuevo. Un fallo increíble de Eusebio en el último minuto llevó el partido a la prórroga, donde los portugueses serían arrollados. No era Wembley un estadio propicio para toda una generación de futbolistas lusos precisamente. Allí también habían quedado apeados en las semifinales del Mundial 66. Una selección portuguesa compuesta mayormente por benfiquistas deslumbró durante el torneo, destrozando las ambiciones de la laureada Brasil, cabalgando a lomos de un Eusebio desatado que sería máximo goleador de la Copa del Mundo. Pero ya para entonces, los que pasó en semis, con Eusebio siendo marcado y apaleado por Stiles se había convertido en habitual. La caza al hombre era casi un sinónimo del fútbol de los 60 y el mozambiqueño era una de las víctimas favoritas de los jugadores más duros del fútbol mundial.

Llegaron las lesiones y, aunque los goles seguían cayendo a buen ritmo, Eusebio, la ágil Pantera Negra se fue apagando, y con él el Benfica, lastrado por la edad de otros de sus pilares como Coluna, Germano o Costa Pereira. Los portugueses seguían teniendo mística, seguían pasando rondas europeas, pero llegado el momento, parecían el rival propicio para que los nuevos y emergentes equipos del norte de Europa –Manchester United, Ajax, Derby County- se valiesen de su leyenda para iniciar la suya. El Benfica era demolido por el fútbol más rápido, agresivo y joven de los holandeses o los ingleses. Nuevos ídolos –Jordao, Manuel Bento, Toni, Nené- salían, pero cuando el mayor de todos los hizo –rumbo Estados Unidos-, la orfandad del gran club lisboeta fue tan grande que el duelo dura hasta nuestros días.

Hoy, 15 de mayo de 2013, varias finales perdidas después de la despedida de Eusebio, las Águilas vuelven a salir de caza. ¿Qué mejor lugar que el lugar donde el Benfica selló su inmortalidad?


Comentarios (35)

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Vilariño, ¿sabes cuántos clubes intentaron fichar a Eusebio y cómo manejó la situación el Benfica? Siempre me ha interesado ese tema.

Por cierto, brutal cómo se cierran todos los círculos. Guttman-Puskas, Di Stefano-Eusebio.

De lo que he visto de aquel Benfica me encantó Simoes.
@SVIlariño A Eusébio lo retuvieron en un hotel escondido en Lisboa, vários dirigentes del Benfica, se dice que con el apoyo del gobierno, porque el Pantera Negra lo tenia todo hecho con el Sporting.

Una historia muy parecida a la de Di Stefano en España.

Otra cosa que no se si sbaeis, es que Eusébio tuvo muchas propuestas de fuera ya despues de haberse consagrado con el benfica, sobretodo una del Milan. Esa operacion fue bloqueada por Salazar, que consideró a Eusébio património nacional
Ha terminado la relacion que unia Thomas Shaaf al werder Bremen :(
@ Pouco

Algo me dice que a Vilariño no le apena en absoluto ^^

Es curioso. El documentalista histórico de Ecos puede ser, ahí donde lo veis, el menos romántico de todos en lo referente al fútbol. Ni siquiera descarto que haya celebrado su adiós.

Para mí, claro está, el Werder Bremen acaba de perder atractivo.
La exibicion en Inglaterra 66 de Eusébio es de la mayores de la historia del futbol. Comparable a las gestas de Péle en las Copas del Mundo.

Hay muchas historias por detrás de esa semi-final de Wembley. Juego sucio de los Ingleses estilo Auerbach con los Lakers en los 80. Obligarlos a hacer el viaje de Liverpool a Londres, cuando lo que dicen es que esa semi-final estaba programada para Goodison Park. Ademas de cambiar la hora del partido, así que el equipo naconal fue el primer conjunto de personas en llegar a wembley. Tuvieron que esperar a las puertas del estádio para que las puertas fuesen abiertas.
@David

En el 2004 fue en base a los Deco, Maniche, Costinha, Ricardo Carvalho y Nuno Valente, los campeones de todo. Figo ya habia bajado mucho su nivel, incluso considero que hace un mejor torneo en el 2006 en Alemania, ya que jugar en Italia le hizo mejorar su puesta a punto, perdida por la alergia que los Galácticos tenian a entrenar
Eúsebio debe ser de mis jugadores menos favoritos de siempre. Es que tu le ves y es que era un abusón.

El que me gusta es Coluna, que era una jodido armario, por cierto...

Dejo un artículo de Lobo Antunes: http://superga.blogspot.com/2006/05/disculpadme-p...
@ David

El cambio del primer partido en la Euro 2004 para el segundo contra Rússia (el que yo vi en campo :D ) fue importantísimo.

Se paso del: Ricardo;Paulo Ferreira, Couto, Jorge Andrade, Rui Jorge;Costinha, Maniche, Rui Costa; Figo, Simão, Pauleta
Al: Ricardo, Miguel, Ricardo Carvalho, Jorge Andrade, Nuno Valente; Costinha, Maniche, Deco; CR, Figo, Pauleta

El cabezon de Felipão no queria rendirse a la evidencia de que el Porto habia sido el mejor equipo del Mundo ese año.
Fue durisima ese final de Euro, el golpe mas duro que he recibido como aficionado sin lugar a duda, mas todavia que las semis contra Francia en el 2000.

PD por cierto esa dupla Carvalho, Andrade es de las mejores que he visto en toda mi vida. Por el 2001 Pinto da Costa ya decia que tenia los mejores centrales del mundo cuando Carvalho apenas era utilizado y los centrales del Porto era Jorge Costa e Jorge Andrade
Pues nada, continúa la maldición del señor Guttmann :)
Un gigante. DEP.
Una leyenda se ha ido. DEP
Descanse en paz uno de los más grandes futbolistas de todos los tiempos. Y una persona, por lo visto, aún más grande que el propio jugador de fútbol.
A palos, por supuesto. Menudos sufridores aquellos jugadores, dios mío. Y este hombre las aguantaba estoicamente, además. Pelé cuando se revolvía pegaba bien, pero no hay noticias de que eso pasase nunca con Eusébio.

Por cierto, una de las imágenes más impactantes es ver las rodillas de la Pantera. En una serie documental llamada "El Partido del Siglo", de Elías Querejeta, se le dedicaba un capítulo a Eusébio y enseñaba los mapas de carreteras que tenía por rodillas. Lesiones que hoy se curan en un par de meses a él lo mermaron casi definitivamente.

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